Hace mucho tiempo que con un
amigo queremos laburar juntos en un proyecto de teatro. El tema es que el tiene
una mirada muy distinta a la mía acerca de cómo hacer teatro. Entonces me dejo
llevar por el pensamiento de que el cariño es más fuerte y lo cito para que nos
encontremos a tomar algo sin esconder mis reales intenciones. Acepta, llega
puntual como siempre y le ofrezco un té verde sin azúcar, ni edulcorante, ni
stevia porque él dice que estos endulzantes rompen la estructura del té verde. Pongo
música, Schubert, se que le gusta y lo relaja. Permítaseme en este punto hacer
un pequeño despacho: “Ambos somos heterosexuales” y si hago esta aclaración es
porque lo conozco a usted que lee y ya imagino lo que está pensando. Así pues,
haciendo honor a los suizos a la hora de hacer negocios, le dedico 15
minutos a hablar de cotidianeidades y
acto seguido lo encaro directamente: “Bueno… vamos a laburar juntos, como te
parece que arranquemos?” El me mira, y lanza una gran carcajada, apoya su taza
de te y me dice, “Mira, yo quiero trabajar con vos pero tengo dos grandes
postulados para arrancar, uno: tener un gran texto con una gran dramaturgia y
si esto no es así mi segunda máxima es que el que me dirija sea más inteligente
que yo” Listo, pensé, estoy al horno, no tan malo como que Donald Trump sea
presidente, pero si echa por tierra cualquier idea de compartir un proyecto,
claramente no soy dramaturgo y mucho menos mas inteligente que él. No voy a
entrar en estas líneas a detallar su extenso curriculum, solo créanme, esto
había acabado antes de empezar. La conversa siguió fraternalmente, nos reímos
mucho y nos chicaneamos otro tanto. Nos despedimos calurosamente, con la
promesa de seguir pensando algo. Al día siguiente, mientras le preparo a mi
hija el desayuno le pregunto a ella “Queres Oreos con la leche o galletitas de
agua?” y ella me responde: “Quiero dos panes blancos, poco tostados, uno con
manteca y el otro con dulce de leche” Abrí la heladera refunfuñando y esta se
iluminó, me vino la idea a la cabeza de que siempre hay mas de dos opciones,
siempre hay una tercera, una cuarta. Así pues, termine de preparar el desayuno con
una de esas sonrisas maquiavélicas que me caracterizan y me puse en contacto
con una actriz, a la que se que este muchacho le quiere entrar como testigo de
jehova al timbre, para que participara del proyecto. No soy Dramaturgo y
tampoco muy inteligente, lo que si se es que las sotas matan reyes y que cosa tira
mas que una yunta de bueyes.
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